Pozo de la Gallina
El Pozo de la Gallina, situado en la calle de Sobrerroca, es un lugar de culto íntimamente relacionado con la visita de San Ignacio a Manresa. El emplazamiento es muy conocido por ser el escenario de un famoso milagro asociado al futuro santo.
Aunque existen varias versiones orales y escritas de dicho milagro, todas mantienen una misma estructura común: Una jovencita manresana llamada Agnès (Inés) lloraba desconsolada delante del pozo. La mala suerte había hecho que la gallina que llevaba, propiedad de su malhumorada madrastra, se escapase y cayese dentro del pozo, ahogándose. La joven, desesperada por las terribles consecuencias de este hecho, rezó desesperadamente para conseguir ayuda. San Ignacio, conmovido por los sollozos de la joven, hizo subir las aguas del pozo mediante la oración. De ellas salió la gallina viva, acabando con el llanto de la niña y evitando el futuro castigo de su madrastra.
A principios del siglo XVIII, con el objetivo de rememorar este milagro, se erigió una capilla en uno de los pisos inferiores de la calle de Sobrerroca.